domingo, 1 de octubre de 2017

Entrar al museo con ojos de niño

Son verdaderos tesoros de conocimiento y están muy cerca de nosotros, pero muchas veces pasan inadvertidos: los museos son máquinas del tiempo, nos conectan con nuestro pasado y nos ayudan a entender lo que somos. 
Cuesta muy poco lograr que un niño quede fascinado al acercarse a las vitrinas donde se exponen los objetos patrimoniales; basta con una motivación inicial por parte del profesor. Luego, si se utilizan las actividades pedagógicas dispuestas por el museo, el proceso de aprendizaje puede llegar más allá, generando ideas, capacidad crítica, valores y actitudes.
Los niños que no visitan museos pierden una valiosa oportunidad de relacionar los contenidos vistos en la escuela, con reliquias y objetos venidos directamente de las fuentes históricas. Aún así, cuando la visita al museo se da en un contexto escolar, las oportunidades de aprendizaje son todavía mayores, dado que involucran una preparación y una actitud especial. 

Es importantísimo entrar en un museo con ojos de niño. Muchas veces entramos abrumados por el peso de la cultura, quizá, pensando que no tenemos suficiente preparación para entender un cuadro si antes no hemos estudiado el siglo en el que se pintó o no conocemos la biografía del artista o personaje representado, y esa circunstancia cultural termina haciendo que no disfrutemos de la obra. En realidad, aquellos artistas lo que buscaban era impactar emocionalmente en quien contemplara su obra. Por lo tanto, si nos adentramos en un museo con ojos de niño, de querer sorprenderse, estaremos haciéndole el buen servicio al artista porque nos caeremos dentro de su pintura, que es justo lo que ellos pretendían.

A continuación tenemos fotografías tomas en Lima- Perú en el Museo de los combatientes del Morro de Arica, donde se reciben niños en edad escolar.






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