El cine,
empleado como fuente de información, permite adentrarse en el estudio de la sociedad,
conocer culturas diferentes a la propia (interculturalidad), formar visiones en
torno a acontecimientos pasados, presentes y futuros (nos permite juzgar,
ponernos en el papel de los personajes históricos más relevantes y preguntarnos
el porqué de sus actos y del devenir del mundo), entrar en contacto con
valores, ideas, pensamientos, actitudes, normas…
Estos y otros aspectos convierten al
cine en un recurso más a disposición no solo del docente, sino también del currículo, a todos los niveles, aunque nosotros nos centremos aquí en lo que
toca a la primaria, sobre todo. Experiencias anteriores han permitido constatar cómo el cine puede actuar como un recurso
didáctico y pedagógico al servicio de la enseñanza. Los medios de comunicación, y en particular el cine, “actúan como educadores informales”, es decir, tras su dimensión lúdica esconden una
faceta formativa, y si se poseen las herramientas y los criterios adecuados
(formación, actitud crítica, predisposición al aprendizaje…) se pueden concebir
desde otras perspectivas más formales y, en consecuencia, con un objetivo
educativo.
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